A eso que le llaman destino:

Digamos que no fue un golpe de suerte.
Que algo en nuestro sistema nos llevaba
a encontrarnos en alguna parte del cosmos.
A lo mejor, de antes hemos coincidido.
A lo mejor, desde la gran explosión,
quién diablos puede saber.
Digamos que existir tenía un propósito:
elegirnos.
Las cosas fáciles carecen de mucho sentido;
por ejemplo, nacimos en la misma latitud
pero no es el mismo lugar
¿Qué caso tendría encontrarnos tan sencillo?
Quizá nunca nos hubiéramos reconocido.
Así lo hicimos:
unas cuantas letras y resulta que nos tenemos.
Nacimos opuestos pero a la vez compatibles.
Digamos que existe algún ser mágico 
que al jugar con sus dados
dio que nos incluyéramos en nuestras vidas.
Tenemos todo el tiempo para descubrir que
el mundo es nuestro
de principio, la parte que me toca,
la comparto contigo.