Domingo con «d» de dolor de cabeza.

Pasan horas hacendo días eternos, forman semanas que hacen meses y acumulan tiempo como el infinito y todavía lo tengo metido constantemente en la cabeza. Si me siento a la mesa, lo siento enfrente; cuando me acuesto a dormir, lo acuesto a un lado. A veces me duermo sintiendo que me abraza y su respiración acompasada en la nuca; si voy caminando por la calle, extiendo mi mano y la cierro como si sostuviese la de él. Que él se haya ido es el primer motivo para volverme loca y no poder sacarlo de mi mente el primer síntoma de que ya lo estoy.

Ccp: a las causas y los azares.

Kilómetros y kilómetros recorridos, alejándome, poniendo tierra de por medio a todos, a todo y todavía juego a que te encuentro entre la gente; cada paso, imagino que estoy más cerca, sin siquiera saber si por lo menos has estado donde estoy, si conoces esa calle, si has visto las mismas cosas. Nunca sé que haría, ¿y todas mis ganas de no estar localizable? las cambio por todas esas ganas de volar  que me da pensar volver a verte.
La duda me deja estática, pero las polillas que no se están quietas no sólo en el estómago si no en todo el cuerpo me impulsan, ¿y si estás al doblar la esquina? En una de esas, de todas esas que la buena fortuna me debe, te tengo de frente. Quien sabe, un error inocente, involuntario de lo que todos se empeñan en llamarle destino. Nadie lo sabe de cierto, pero las casualidades no se eligen; habría que dejarlo todo al azar y ya me la he jugado muchas veces, ese cabrón es pésimo guionista.

...y donde dije casualidades la vida nos haga causalidades.