Recuerdo de las once menos diez.

De fondo suena Chet Baker. En el suelo Yo estoy en flor de loto descansando la espalda a los pies de la cama y tú decidiste tumbarte en la alfombra a contemplar el cielo raso en la penumbra. You’re mine. You, suena y se siente como caricia. De algún lugar viene un olor a cera quemada, de inmediato traigo a mi mente las velas verdes, pero nosotros no necesitamos luz si estamos viendo todo con la claridad que necesitamos. Esa que no es de comprensión general. I fall in love too easily, canta el hombre de aire. Trato de emular tu posición, pero tú estás como de quien el alma lo abandonó para pararse a bailar con uno de esos fantasmas de los que no puedes esconderte en ninguna habitación. Oh, you crazy moon. Admiro la tarea de tu pecho de albergar ese corazón. Lo escucho. Ese hogar… pronuncias versos que mi memoria repite… no estoy cerca de las palabras, al menos no las mías. Nos miramos cada vez más de cerca y los ojos se agrandan, se superponen y nos miramos … sin mirarnos. se me olvidó controlar mi respiración que en ese momento se ha sublevado. Yo te pido que me abraces, tú sigues repitiendo los versos de mi memoria y te repito mi predilección solo para escucharte decir que lo sabes. Entre el olor a tabaco y whisky pero sobresale algo que podría llamarlo dulce. Tu aliento, ese vicio.