De no ser, ¿qué sería?




A veces, se me ocurre imaginar que de no ser lo que soy, entonces qué sería; si ésto, cuando (más) pequeña quería ser cuando creciera. Seguro lo más acertado sería responderle un rotundo no, no hay que pensarle demasiado. Y si no es ésto, entonces, ¿qué sería? Como Cesar Bruto, que me gustaría venirme golondrina, volarme lejos y volar a lo cerca cuantas veces me sacudiera el antojo, poniendo los pies en la tierra y dejando la circunstancia material en un lado oculto; quisiera ser de las que piensan menos y actúan más. Qué bonito sería ser de las que actúan. La verdad no se me ocurren muchas maneras de ser yo si no fuera tan yo, lo único que se me ocurre que cuando sea grande quiero seguir sintiéndome pequeña. Supongo que a lo mejor pensaba que ganarme la vida era distinto -y cuando hablo de «ganarme la vida» no le pongo valor económico-. Lo que sí, me encantaría tener menos vocación de triste y más aptitud para la sonrisa. Qué bonito.


Confesiones para huir ligero.

Abril, mes de los recuerdos como dagas.

Estuve a un cliché de tomar toda mi vida y llevarla a existir a otra parte, lejos de lo que quedaba de mí y todo lo que pudiera recordar.

Y entonces me enamoré. Ocurrió. A las tantas de la madrugada, sin campanas de aviso en no importa que día del año que fuere. Pasó, sin más, intempestivamente. Son de esas cosas sin nombre que acuden a ti sin cita previa, sin llamar propiamente a la puerta. Yo sólo quería que me curara las malas noches a punta de besos, que me callara la mente con las manos... y ahí estaban sus manos, haciendo que cayera, enamorándome; volviendo pedazos mis ganas, dejando en silencio que se agotaran mis ansias, sin decir «no te vayas» aunque se quedara, a mí la palabrita incómoda con «a» me da ganas de correr.

No sé, supongo que las personas de corazón vacío estamos predispuestas a que ocurra, más así, de la nada. Igual me empaco el corazón a punto de llenarse, la vida que me queda y la bendita forma en que abrazan sus labios; dejando sus manos donde las encontré, envueltas en caricias. Sus manos que bien vuelven cualquier soledad de insulso invierno en intenso amor de verano. De cualquier forma, ¿para qué viajar tan pesado?