A lo que pasó, lo que aprendí, lo que encontré y no busqué.

No me gusta prometerme, porque eso es autojoderme. Prefiero seguir y al final, voltear a ver lo que he dejado -y me han dejado-; las huellas que he marcado y las que se fueron borrando. Aprendí que aunque las personas se vayan, no se van. Que tú decides cuánto cala el recuerdo. Que aún en la penumbra del duelo, se puede ver claro. Que una sonrisa es el mejor candil y un abrazo hogar. Que hay gente que tiene el corazón como un hogar. Que hay cosas que por más que le pongas alas y el viento les sople a favor, no vuelan. Que lo que es verdadero, vuelve: siempre vuelve. Que hay cosas que no se explican, se sienten y ya, no hay que buscarle más aguas hondas. Que estar bien no son los demás, es uno mismo. Que sobrevivimos, que sobreviviremos, porque somos supervivientes. Que jugar a la vida es jugar con paciencia. Que de las malas decisiones no he podido aprender un carajo, porque siempre caigo y sigo cayendo (entonces, hay que seguir buscando). Que hay que buscar lo que sume, no que reste, es cuando todo se multiplica, todo lo bueno. Que lo que se dijo en Martín (Hache) es la verdad y nada más que la verdad: es a las mentes a las que hay que follarse. Que no hay nada peor que las ganas mal gastadas. Las palabras dichas no sentidas. Los besos no dados. Las intenciones reprimidas. No hay nada peor que quedarse con las ganas y no tiene nada de malo no tener ganas. Que ya basta de explicar, no me puedo resolver para nadie, solo para mí. Que no me he encontrado solución y que espero tener.

Regalos insignificantes.

Un regalo insignificante
...pero con esa palabra.
Vos no elegís la palabra que te va a abrazar el alma cuando más te tiembla.
Para el alto, flaco, desgarbado, lampiño con ojos infantiles que era el mismo corpulento
barba abundante, miope... el mismo que no conocí. El tiempo te ha vuelto increíble, y un montón de hojas color ocre.
El mundo sigue girando como si estuvieses y no sólo en mí. Yo te pienso como quien ha nadado en los ojos de quien ya ha amado. Fuiste. Te encontré entre tantos y te he compartido con los que he querido. Nunca te hubiese llevado flores, aún no lo haría, ni quiero hacerlo. No te dejaría una piedrita, ya no juegas más, ya has alcanzado el cielo; en cambio, tiendo puentes. A veces de los que sólo se sostienen de un solo lado. Por ti, nado y navego en "esos" ríos. Por ti, no me ato a un reloj y bailo como si nadie me viera. Te llevo vivo: por ti, celebro. No sé donde estés, dejo de especular, pero aquí sigues cumpliendo.

Qué bien que viviste, che. Qué bien que  vivo para haberte encontrado.

Posdata. Abrazos a quien le he hablado de ti como parte de mí.

A los que siguen arriesgando:



A nuestra edad sabemos que nada es para siempre. Mis amigos y yo, se puede decir -por el tiempo-, que tenemos algún tipo de tradición de, cada que se acerca un evento importante para nosotros, jugar al cubilete. Tenemos una gran afición por agitar escandalosamente un vasito con 5 dados en alguna mesa con una caguama encima de alguna cantina. Nos encanta jugarnos al azar quién será el tremendo afortunado de invitarnos otros tragos. Es muy simple, todos sabemos la mecánica (mentira, yo no, a mí no se me dio la contadera). Bueno, la cuestión es que al que le salga en fortuna todos los dados con puntitos, pierde. Pero no solamente observamos pacientes a ver qué deparó el azar, no. Cada que toca el turno de uno, nos atrevemos a gritarnos el clásico "si se puede" o "ya vas a perder". Cada que alguien tira y tiene que volver a echar los "dados con puntitos" para completar más puntos de los que ya se tiene, lo acusamos de "arriesgado". Siempre pasa que alguno no quiere perder y decide dejar de seguir intentando; pero no, siempre decimos: la cuestión es arriesgar. Tirar y tirar. Arriesgado, arriesgado, vamos arriesgado. Nunca sabes a ciencia cierta qué es lo que va a pasar. Como puedes perderlo todo, puedes seguir y seguir ganando. Nadie nunca respeta la cobarde decisión de no seguir intentando, de no seguir sumando puntos... si de plano la suerte dicta que debes perderlo, estallamos en risas y colocando un gran cero. Cero. 0. Suerte para el próximo turno. Porque al cabo de otra vuelta, tendrás una nueva oportunidad. Así lo mismo con enamorarse. En palabras de Alejandra Pizarnik, "nos enamoramos pero sabemos que nada es para siempre. Por eso nos arriesgamos, por eso nos entregamos hasta quedarnos vacíos". En realidad, enamorarse es como jugar al cubilete; cobarde el que no arriesgue, sin importar si te quedas con todo o en ceros. Arriesgar. Nadie asegura que tomando todas las precauciones y decidiendo quedarse al margen no perderás. Arriesgar, el que no arriesga, no gana. Y si pierdes esta vez, ya terminará la vuelta y tendrás una nueva oportunidad. Mientras haya vida, hay oportunidad. Mientras haya vida... o no se acaben las caguamas.






Una de tantas pláticas, en el 2015.
De amor, amigos y cubilete.

Idea.

Y sí.
Ya no será.
Ya no fue.
Ya no fuimos.
Ya no somos.
                     Ya no fuimos.
... otra vez.
Ya no seremos.
Ya no es.
Porque nunca fue.
Yo nunca fui.
                     Pero tú
siempre eres.
Fuiste.
Serás.



(A
por
 Idea Vilariño.
gracias)

Conversación transitoria de sobremesa.

Ya habrá tiempo para estar tristes. Años para estar tristes. Y toda la muerte, que es tan larga. Ahora no. No tenemos derecho.
Eduardo Galeano.

¿Cómo podré conseguir un pase libre a ser triste en el momento que desee mientras respiro aire limpio? ¿Cómo me explico a mí misma que no está dentro de los cánones de la sociedad respetable ser cabizbajo porque hay "menos" afortunados? Pecado. Clase de infrahumano egoísta eres, mujer. Estás viendo y no ves. -Soy miope, en realidad se me complica ver con precisión.- ¿Y qué piensas hacer? lamentarse no lleva nada, ¿o sí? Piensa en los demás. Nunca te detienes a pensar en nadie. -Si me detengo me pierdo de la vida-. ¿Qué vida? Si no la compartes, no ves más allá de tus narices. Porque también tienes que saber que sola no puedes. Porque nos necesitas. Me necesitas. No vas. No vayas. O haz lo que quieras, laméntate por perder, por no encontrar, por saberte desprotegida, por verte inferior. Llora tus perdidas, pues. Sólo se me hace que lo que quieres es atención. Son adictos a la atención ustedes. Por eso van por ahí, creyéndose más especiales. -No es mi intención captar ninguna mirada-. ¿Ves? Eso dices porque te crees más. Quítate esa idea, el tiempo no se hizo para dedicártelo a ti, aprende y quédate donde estás. De cualquier forma, lo único seguro que tienes es que todos nos moriremos, pero tú no decides cuando. Quédate en donde estás, con lo que tienes. Y quita esa cara de funeral que la cara larga nada más te hace ver más fea; al menos, sonríe. 

Véanse los datos del destinatario en el sobre.

Sólo estoy sacando la basura.

¿Todavía suena tu teléfono con Baby I love you? Hace unos días, hurgando en mis notas viejas, para encontrar algún retazo de mí, di con una nota tuya en una libreta vieja donde me decías que era tu favorita. Era una nota de cumpleaños. Sí. Tú que nunca te atrevías  a nada que marcara mucho la atención, tuviste la osadía de tomar un lápiz y rayar mi cuaderno, ¡mi cuaderno! El cual sabías que era una afrenta espantosa tomarlo y encima rayarlo. Espero te siga erizando la piel la voz de Kurt en Something in the way. ¿O era a mí a la que le pasaba y tú eras más de Where did you sleep last night? Como sea, espero que sigas tomándote el tiempo de esas pequeñas cosas, de sentir que vives... y que lo hagas bien. No lo hicimos tan mal, ¿verdad? Todavía me dan ganas de vomitar la canción de Audioslave que te gustaba y que parecía una maldición que cuando me subía a tu carro comenzaba a sonar. Siempre. Ahora si la escucho, pronuncio tu nombre y hago ese sonido desagradable simulando que pronto devolveré el desayuno. No es tu nombre, es que ya la odiaba desde antes, además de que me siento algo hipócrita porque la canto. Tu herencia. ¿Tienes pensado contarle que nos divertimos? Digo, sin detalles insidiosos; que esos sigan siendo nuestro tesoro secreto.

Sinceramente no te rendí duelo como aún lo hacen ni me dueles como aún les dueles. Creo que es porque tuve la oportunidad de despedirme de ti, aquel domingo del carajo en el que nos dimos cuenta que todo terminaba; tenías la cara más descompuesta que esa vez cuando por poco nos impactamos contra otro coche mientras nos taladraba los oídos Bohemian Rapsody. Te pedí que te olvidaras de mí, que te olvidaras de todos, y esa fue la mejor decisión y las mejores palabras que pude decirte, en ese y en cualquier momento. Siempre dijimos que nos moriríamos juntos en una locura alterada por el rock, pero cada quien lo hizo por su lado o al menos ahora tenemos la certeza de que así será, lejos. Además, It's only rock'n'roll, baby. Or It was.


¿Sabes? No, no lo sabes, porque si lo supieras no estaría escribiéndolo. Te bendije por ser libre, para que siempre lo fueras; pero te maldije por decidir serlo sin mí. Como aquel viaje a la playa en sábado de gloria. Siempre tuve la certeza de eso que me escribiste en la libreta. No es por nada, pero sabíamos compartir silencios y eso no se hace con cualquiera. Que no me duelas no significa que te haya olvidado. A veces trato de imaginarme tu casa, que me hagas cocinar en tu cocina... pero no lo espero. Es más, no lo quiero. Sólo me pregunto si en tus ratos de ocio aún te tiras sobre la cama a medir ángulos de las sombras que provoca la puesta del sol o lo que chingados era que calculabas. Ojalá que haya nacido con esa parte de ti; en realidad, espero que todas sus partes sean de ti, como también quiero que nunca nos arrepintamos de hacer del tiempo esta distancia casi inmedible pero que nos ha traído hasta donde estamos. Verdaderamente estoy confiada en que no lo hice tan mal y esto es para decirte que tú tampoco. Fuimos un excelente desastre. Épico. Una buena experiencia vivirnos hasta donde tuvimos que hacerlo. Súbele cuando John cante Across the universe. Y aunque yo ya no, que los Beatles te acompañen siempre.

¿Qué se dice?


Fue tan largo el duelo que al final, casi lo confundo con mi hogar...

Pero, ¿cómo se hace para que la ausencia no nos golpee tan duro en la cara que prefiramos cubrirnos como si estuviéramos llenos de vergüenza, peor, de miedo? ¿Cómo se entienden las partidas cuando no hubo despedidas? Dicen que duele más cuando te has quedado con cosas pendientes que decir, pero cuando amas de veras, decir «te quiero» una vez no basta. No sé cómo se debe de preparar para el final ajeno, supongo que es inevitable sentir que te desintegras por dentro. Todos sabemos que tenerlo todo no significa gran cosa. Es más, no significa nada; porque siempre hay algo más. Y no sé bien si lo afirmo o lo pregunto. La soledad es algo, y mucho más. Sobre todo hay un vacío insaciable que con nada se puede colmar, como un agujero negro que consume todo eso con lo que intentas llenarlo. De ahí viene tanta angustia, ese desasosiego, aunque por fuera te mantenga impasible, y hasta llegues a reír. Y ahí está: uno es su propio infierno.


Lo de arriba, de la Vetusta.

A las piezas de mi rompecabezas.

¿Cómo entender el paso del tiempo sin dejar de sorprendernos? El tiempo no pasa solo, aún creyendo que va de largo impertérrito. Viene con esa carga de emociones, sentimientos, acontecimientos, situaciones complicadas, momentos que atesoramos en recuerdos como la joya más preciosa, en fin; una gran carga de pirotecnia emocional y emocionante que nos hace estallar en lágrimas y también en sonrisas, con tanta facilidad igual que con todo un caos. Y yo, que me maravillo con cualquier vuelo y me dejo ir con el pestañeo de unos ojos, me parece tan fácil que en todo este azar que es la vida, las personas propias encajen a la primera en este juego tan intrincado entre tantos impropios.

Para todos, Ella.

Tus brazos tibios forjando almas,
tu voz queda aunque palabras fuertes
tu mirada tierna vistiendo todo quebranto.
Tu mano serena y firme
tu hombro amigo
y tú, como María, todo lo guardabas en tu corazón.
Cambiaste desprecios por sonrisas
hambres por consuelos
dolor por valentía
…y todo lo guardabas en el corazón.
No tengo hubieras,
tal vez muchos quisiera:
quisiera detener el tiempo entre tus brazos.
Quisiera que te supieras la más amada.
Quisiera que vieras como crece la vida bajo tu amable sombra.
…y que todo lo siguieras guardando en tu corazón silente.
Ya no te duele, ya tú sonríes;
repito tu nombre fuerte 
para que me acojas junto a ti.
Te dejo ir, confiando que allá habrá más luz, 
que allá no existe la palabra soledad.
Aquí seguirás, en la excepcional huella de tu existencia.
Y todos, todo, lo seguiremos guardando en nuestro corazón.



Julio 12 de 1945 / Febrero 15 de 2017.

Para ti, un jardín.


Que te mire
y lo mires
Florezcas
sin temor
ni resquemores
en paz
con futuro
ignorándolo
haciendo presente
Que te mire
y se pierda
y al mismo tiempo
se vea encontrado
Que lo mires
y sientas todo calor
el pecho como jardín
peonías perennes
camelias etéreas
Sus manos unidas
el cerrojo de tu alma
sus almas
Que se nieguen
las palabras
a decirte
que ya no hay nombres
y no importa
quién no entienda
Que el viento te sople
con los ojos cerrados
Que los miren
y vean destino
Que te miren
de lejos
de cerca
a los ojos
y vean lo que te veo
aún sin verte
y se digan lo que me digo:
esa es la felicidad que para ella quiero.