Sólo estoy sacando la basura.
¿Todavía suena tu teléfono con Baby I love you? Hace unos
días, hurgando en mis notas viejas, para encontrar algún retazo de mí, di con
una nota tuya en una libreta vieja donde me decías que era tu favorita. Era una nota de cumpleaños. Sí. Tú
que nunca te atrevías a nada que marcara
mucho la atención, tuviste la osadía de tomar un lápiz y rayar mi cuaderno, ¡mi
cuaderno! El cual sabías que era una afrenta espantosa tomarlo y encima
rayarlo. Espero te siga erizando la piel la voz de Kurt en Something in the
way. ¿O era a mí a la que le pasaba y tú eras más de Where did you sleep last
night? Como sea, espero que sigas tomándote el tiempo de esas pequeñas cosas,
de sentir que vives... y que lo hagas bien. No lo hicimos tan mal, ¿verdad?
Todavía me dan ganas de vomitar la canción de Audioslave que te gustaba y que parecía
una maldición que cuando me subía a tu carro comenzaba a sonar. Siempre. Ahora
si la escucho, pronuncio tu nombre y hago ese sonido desagradable simulando que
pronto devolveré el desayuno. No es tu nombre, es que ya la odiaba desde antes,
además de que me siento algo hipócrita porque la canto. Tu herencia. ¿Tienes
pensado contarle que nos divertimos? Digo, sin detalles insidiosos; que esos
sigan siendo nuestro tesoro secreto.
Sinceramente no te rendí duelo como aún lo hacen ni me
dueles como aún les dueles. Creo que es porque tuve la oportunidad de
despedirme de ti, aquel domingo del carajo en el que nos dimos cuenta que todo
terminaba; tenías la cara más descompuesta que esa vez cuando por poco nos
impactamos contra otro coche mientras nos taladraba los oídos Bohemian Rapsody.
Te pedí que te olvidaras de mí, que te olvidaras de todos, y esa fue la mejor
decisión y las mejores palabras que pude decirte, en ese y en cualquier momento.
Siempre dijimos que nos moriríamos juntos en una locura alterada por el rock,
pero cada quien lo hizo por su lado o al menos ahora tenemos la certeza de que
así será, lejos. Además, It's only rock'n'roll, baby. Or It was.
¿Sabes? No, no lo sabes, porque si lo supieras no estaría
escribiéndolo. Te bendije por ser libre, para que siempre lo fueras; pero te
maldije por decidir serlo sin mí. Como aquel viaje a la playa en sábado de
gloria. Siempre tuve la certeza de eso que me escribiste en la libreta. No es
por nada, pero sabíamos compartir silencios y eso no se hace con cualquiera.
Que no me duelas no significa que te haya olvidado. A veces trato de imaginarme
tu casa, que me hagas cocinar en tu cocina... pero no lo espero. Es más, no lo
quiero. Sólo me pregunto si en tus ratos de ocio aún te tiras sobre la cama a
medir ángulos de las sombras que provoca la puesta del sol o lo que chingados
era que calculabas. Ojalá que haya nacido con esa parte de ti; en realidad,
espero que todas sus partes sean de ti, como también quiero que nunca nos
arrepintamos de hacer del tiempo esta distancia casi inmedible pero que nos ha
traído hasta donde estamos. Verdaderamente estoy confiada en que no lo hice tan
mal y esto es para decirte que tú tampoco. Fuimos un excelente desastre. Épico.
Una buena experiencia vivirnos hasta donde tuvimos que hacerlo. Súbele cuando
John cante Across the universe. Y aunque yo ya no, que los Beatles te acompañen siempre.
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