Domingo con «d» de dolor de cabeza.

Pasan horas hacendo días eternos, forman semanas que hacen meses y acumulan tiempo como el infinito y todavía lo tengo metido constantemente en la cabeza. Si me siento a la mesa, lo siento enfrente; cuando me acuesto a dormir, lo acuesto a un lado. A veces me duermo sintiendo que me abraza y su respiración acompasada en la nuca; si voy caminando por la calle, extiendo mi mano y la cierro como si sostuviese la de él. Que él se haya ido es el primer motivo para volverme loca y no poder sacarlo de mi mente el primer síntoma de que ya lo estoy.

No hay comentarios:

Publicar un comentario