Para esos dos.

Me los imagino desde antes, mucho antes de conocerse. Probando la suerte en otras bocas, tentando al destino con cientos de «sí quiero», con una docena de «qué diablos» y varios «algo tiene que pasar»... los veo sin pensarse siquiera. Cuando alguien lleva el corazón despierto se imagina que le pueden pasar cosas buenas, porque así lo desea, pero está plenamente seguro que las excepcionales  son para los demás, sin saber que la magia puramente se encuentra en una casualidad. Así iba él, apasionado, así iba ella, radiante de pura vida. Ambos ingenuos, creyendo que una sonrisa le cambia la vida a cualquiera. En la oportunidad menos pensada, conocen sus nombres; en la oportunidad menos soñada, entrelazan sus manos, sintiendo cómo abrazan los parasiempres, que son tan reales como ellos; que no tienen nada que ver con hadas y magos, pero todo con ese hoy que están viviendo: con los dos.

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