De lo fatal a lo inmortal.

La hermosa fatalidad de fin de mundo que otorgan los sentimientos no correspondidos... los buenos sentimientos.
Tengo una vaga y rara inclinación por lo catastrófico, por todo lo que rompe, lo que es terminable. Me fascina el pensamiento de que todo, todo, todo, lleva en su esencia un poquito de fin de mundo. Aunque no me atrevo a tutearla, un raro apego a la muerte. Es lo único que le he aprendido a perder: abrazar la adorable y tristísima nostalgia por lo que fue y sobre todo por lo que no será, aún por encima lo que no será; ahí es donde se encuentra la inmortalidad. 

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