A mi patológica necesidad de explicarlo todo:

Ahora sí, cabrona: sin pelos en la lengua, mucho menos en las letras. Hay que aprender a vivir con las pendejadas que uno hace porque son las únicas que te acompañarán por el resto de tus días, lo sabes y lo reconoces, ¿para qué jugarla a la que no, nunca? Sabes que a las malas del cuento no les queda la cara de mustia. Aquí ya no caben bromas sobre si son muchos o pocos días los del resto de tu vida, no-da-risa.

Quedaron marcas en las manos de las veces que picotearon en busca de la vena para conectarme al suero y sacarme tanta chingadera de la sangre, las estoy viendo mientras escribo esto. Chingadera que tienes que seguir tomando, de poquito... pero de poquito que te están viendo todos. La verdad que nadie nota las diminutas marcas, solo yo, o a quien le diga que se fije bien, pero bien, bien; pasan perfecto como lunares, de esos que salen cuando decimos tristemente "ya estoy vieja, mira mis manos...". Lo cierto es que nadie nota nada hasta que ya lo estoy explicado. Yo y mi maldita necesidad de estar escarbando, dijo mi madre.
Esta vez no quise explicar mucho. Solo escribirlo todo y pedir que lo leyeran. Y eso sí: repetir como muñequita de pilas que no sabe más que lo programado las palabras "perdón", "discúlpame", "lo siento mucho" y otras que dependiendo de quién, cuál. Perdón, no quise hacer mal.  Discúlpame, pero si me tienes poquita paciencia... prometo que todo mejora. Lo siento mucho, muchísimo si te hice daño. Semana y contando y no se acaban las pilas para repetir lo mismo a los mismos. A los demás. A todos, excepto a ti, porque eres la s de la palabra, la que se puede excluir sin pena ni gloria. A TODO.|
Si me dijeran pide un deseo... fíjate que sí: preferiría un rabo de nube; dice mi padre Silvio que se llevan lo feo. Honesta y crudamente no regresaría el tiempo, no me ahorraría el dinero de "los rivotriles"; simplemente quisiera que viniera algo y barriera toda explicación. Que quitara toda la tierra que saco cuando estoy escarbando. También una grabadora o alguien que escarbe por mí. Sí, estoy cansada. se busca relevo. Interesados, presentarse. Pero está jodido, ¿no? lo de menos son aquel momento y las marcas en las manos. Paradójicamente lo cabrón está con la gente que te quiere. Porque está muy ocupada y preocupada queriéndote. Los linces fijándose que no lo vuelvas a hacer. Que no se los vuelvas a hacer.  Ni se te ocurra. Y no, mujer, espérate... no tienes chance de explicarte tu propia pendejada porque perdiste tu oportunidad cuando hiciste la pendejada... así.
No tienes oportunidad de armarte y acomodarte porque ya quedaste como un Picasso y no hay punto de retorno, de inflexión, menos de reflexión. Me queda suponer, que estoy en medio del aguacero, que diluvia que echo de menos a Noe con su arca; me queda suponer que un día de estos escampa... y a lo mejor donde hice esos agujeros escarbando, queda tierra plana o mínimo que se pueda andar sobre ella. 
¿Y mientras? A bancársela  y esperar el turno en el que le toque a la S ser palabra.


Tu yo más tú.

2 comentarios:

  1. Qué triste y que profundo relato. Lo entiendo tan bien, incluso las menciones a Silvio, te leo y sonrío, porque de alguna muy enferma manera me identifico demasiado contigo. Cuídate y no permitas que nadie te haga sentir mal, ni menos. Las palabras envuelven, disfrazan, eres muy joven y muy bella, cuídate. Algún día talvez conocerás historias que ojalá nunca te sientas identificada, ojalá nunca tengas que pasar por eso, ojalá que la soga no te toque en el cuerpo cuando caigas.

    ResponderEliminar