Acción y reflejo del llanto.

Un día contuve tanto, tanto las lágrimas que, después, aún encontrándose hasta el tope, no supieron cómo salir y decidieron aglutinarse, permanecer todas como un conjunto, como mezcla homogénea; una especie de masa inseparable que se agolpaba toda en la garganta, que pedía salir como un grito para esparcirse alrededor. El grito era siempre tímido / bajito / sordito. Se quedaba entre los dientes para no ver la luz, porque no se animaba, el valor le faltaba; entonces volvía adentro a derramarse en todo el interior, a gastarse en conexiones cerebrales, a hacer temblar los pies, los dedos; a volverme sorda, a cerrar los ojos... apretar la boca; a tratar de volver la respiración acompazada con el miocardio. A escribir y repetir: todo va a estar bien. Todo va a estar bien. 
Todo va a estar bien.
Todo va a estar. 
Todo va a. 
Todo va.
Todo.

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