Al que no (me) lee:

Estábamos condenados al fracaso. 

Y pensar que no lo estábamos no nos hará dejar de estarlo. Siempre se ha dicho, el primer paso es aceptarlo. Es todo eso de lo que siempre hablaste, nunca es suficiente, nada lo es y nosotros no somos la excepción; nunca lo fuimos y nunca lo seremos, porque bien pudimos llegar a querernos, eso nunca fue velo para nuestros ojos. Hay que saber lo que se tiene de frente para afrontarlo y precisamente eso es lo que nos pasó: vimos claramente que lo que teníamos de frente era un gran abismo llamado "nosotros", un agujero negro que nos debilitaba y justamente ahí estaba nuestra fuerza, reconocernos débiles, nos hacíamos humanos... me volvías pequeña con una mirada, con la simple sonrisa; he ahí todas tus ventajas y todas mis armaduras al piso.

... Y de la nada tenía que reconstruirme, para sostenerte, para sostenernos. Nuestro principio siempre fue el final, aunque eso en ninguna parte dice que tenía que acabar. 

Reconozco no creer, no creerte aunque nunca mintieras. Reconozco haberte necesitado más de lo que algún día pude admitir; sin conocerte ya te quería. Es que todo siempre fue más allá: todo pasó del otro lado de las letras, más allá de las ganas; todo simplemente pasó a ser querido. En realidad, un punto final no le pone fin a lo sentido.

No hay comentarios:

Publicar un comentario